02 julio 2022

Santiago Bonfiglioli: Coleccionista musical y maestro de la palabra

 "!No le mezquine volumen!": Una de sus frases distintivas cuando presentaba  sus "perlitas" musicales. Nota en homenaje al Día del/la Locutor/a que se celebra el 3 de julio de cada año.

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Santiago Bonfiglioli a sus 26 años de edad, en el estudio de LV 13 Radio San Luis (1956) 

Por Daniel Toledo (dtdanieltoledo@gmail.com) 

Santiago Bonfiglioli (Mario Barbieri, su seudónimo en la radio) fue empleado bancario, profesor de latín y locutor durante la primera época de LV 13 Radio San Luis. Se destacó por su elegancia y sobriedad en el arte de hablar, y por haber mantenido por casi medio siglo en el aire, su programa "El Musical", que se nutría  de su propia colección de discos de pasta y vinilos. Su amor por la radio, lo impulsó en el tramo final de su vida, a montar un estudio radiofónico en su archivo musical conocido como "el cuartito", desde donde transmitía por internet "El Musical". Falleció el 5 de mayo de 2019 a los 88 años de edad. En su homenaje, compartimos una entrevista realizada en la década del 90 y que forma parte del libro "LV 13 Radio San Luis: Primeros desarrollos".

Santiago Bonfiglioli  o el “Papá” como afectuosamente le decían sus compañeros/as de la radio ingresó como locutor el 9 de julio de 1954 a LV 13 Radio San Luis, cuando dependía de la Primera Cadena Argentina de Broadcasting, cuya estación cabecera era LR3 Radio Belgrano. En LV 13  y con su seudónimo “Mario Barbieri” cumplió funciones como locutor de turno de informativos, conductor de programas y locutor comercial.

Nació el 23 de junio de 1930 en Santa Rosa, provincia de San Luis. Su hija Viviana refiere que  se trata de “una geografía que lo dotó de una gran cantidad de historias que supo contar con arte a lo largo de su vida”. Sobre la formación académica y su impronta religiosa,  Viviana Bonfiglioli agrega que don Santiago “a los doce ingresó al seminario Jesús Buen Pastor, en Rio Cuarto. Allí  construyó su fe, sus conocimientos en teología, filosofía, historia, griego, latín, oratoria y música. Con veinticinco años y con una dote invaluable de saberes arribó a San Luis”- relata Viviana.

La ciudad de San Luis fue su tierra adoptiva hasta el final de su vida, en donde se desempeñó como empleado bancario y profesor de latín en la Escuela Normal Juan Pascual Pringles y en el Colegio Nacional Juan Crisóstomo Lafinur; pero su figura trascendió en la locución radiofónica, profesión que abrazó con pasión casi hasta sus últimos días. Falleció en San Luis el domingo 5 de mayo de 2019 a los 88 años de edad. La Universidad Nacional de San Luis (UNSL) lo distinguió por sus méritos en la actividad radial en 1996, durante el Primer Encuentro de Integración Radial;  y en 2016 a instancias de la II Jornadas de Historia de la Radio: Región Cuyo.

Santiago fue un apasionado por el conocimiento, la génesis de una palabra en latín y griego,  la política y el arte poético: “Era grande su amor por la poesía, y mejor aún, por recitarla”- comenta su hija Viviana; agrega que “a veces, si la sobremesa lo permitía, se hacía ese silencio reverente que era preciso, para oír su voz diciendo ‘El Mate’ o ‘La mazamorra’ de su querido Antonio Esteban Agüero. Su voz buscaba un espacio de silencio, una pausa y con el tono y la vocalización perfecta dejaba a  todos embelesados, escuchando”-manifiesta Viviana Bonfiglioli.

Don Santiago se caracterizó por su formalidad y cultor del “buen decir” en la radio. En ese sentido, su debut en 1954 lo recuerda a través de la autocrítica: “(...) Diría para mí y sin falsas modestias; diría que dejaba mucho que desear. Porque todos decimos ´Sí es fácil, hablarle al ´hierrito`, al micrófono´, pero después vienen la cantidad de baches lingüísticos, de baches mentales; la cantidad de defectos que involuntariamente se deslizan en una transmisión,  sobre todo cuando uno es primerizo. Yo diría que al tercer mes la cosa se va afirmando (...)”. (Bonfiglioli S., Comunicación Personal, 1996).

Al establecer una mirada comparativa entre las rutinas de enunciación de la primera época (que él vivió) y los últimos años de desarrollo de la radio, Bonfiglioli intenta establecer una suerte de equilibrio de formas y estilos en el uso del lenguaje: “(...) ¿Qué podemos rescatar de aquella época? (...)”- se pregunta. Y con su habitual cadencia natural y proyección de tonos medios, responde: “(...) Lo que para mí fue la parte positiva, por ejemplo ese respeto que había por esa audiencia -invisible desde ya- pero que se traducía en un uso del lenguaje completamente. Aquí se mezcla lo bueno y lo malo, porque por ahí era pedante en el uso del lenguaje, demasiado académico. ¡Ni pensar en la palabrota¡ Entonces acá mezclamos las dos épocas: la antigua y la nueva. Hoy se ha hecho una especie de…de transgresión consentidas y a sabiendas de todas estas cosas. Que yo creo que es bueno, es positivo, en tanto y en cuanto no se erija como en el “supremo don” de los tiempos modernos en usar la palabrota o en desenfado, por el desenfado y por la palabrota en sí ¡No puede ser! Que venga por ahí como una cuota de humor, de ocurrencia de espontaneidad está bien ¡perfecto! Pero no pasarse para el otro lado. Pero es un defecto muy argentino. Nosotros somos muy maniqueos en ese sentido: del blanco al negro y del negro al blanco. Yo digo que en el término medio está la virtud. En una oportunidad -siempre se comenta entre la gente de radio- en el primer peronismo, que debe haber sido por el 51 ó 52, creo que Perón transmite un mensaje, uno de los tantos mensajes que se transmitían entonces, por toda la Cadena Oficial de Radiodifusión, y LV 13 que en esa época dependía de Radio Belgrano, y en un momento dado quedaron todos impávidos  porque se ve que el locutor, le daba paso a la transmisión por Radio Nacional - no se dio cuenta que estaba abierto el micrófono- y largó un insulto al aire.  Le costó una sanción a  Radio Belgrano con todo el aparato y estructura inmensa que tenía; le costó la clausura por un mes esa palabrota que salió al aire (…)”.

(izq. a derecha) Santiago Bonfiglioli, Alba Peña y Eduardo Di Sisto. Estudio LV 13 Radio Granaderos Puntanos. Transmisión programa especial “Por la senda de la Fe”. (Hacia 1968)

La publicidad

¿Recuerda las publicidades que emitía en la década del 50?

- Yo diría que prácticamente la publicidad no ha cambiado. Ha habido sí,  una especie de tiranía de que la frase tiene que constar de doce palabras, de quince palabras, de un segundo y medio. Por supuesto que una publicidad no tiene que extenderse a los límites de un sermón eclesiástico, por decirlo de alguna forma. No tiene que ser de una laguna impresionante. Es otro de los defectos que tuvo la vieja radio, y hablo de la vieja radio en términos generales. Me refiero a esa especie de “corset” que se lo ponía al creador publicitario; o sea que tenía que estrujarse el cerebro para sacar cosas que sean realmente gratas al oído,  originales y que no pecaran de un lenguaje tipo “cablegráfico”, tipo telegrama las publicidades.

La audiencia

¿Cómo vivían los oyentes la radio de los 40/50?

- Yo diría que a la radio hay que verla hasta la irrupción grande, pero grande de la televisión en los sesenta. La radio -yo diría que antes de eso- la radio fue prácticamente un miembro de la familia argentina y latinoamericana. Pero sobre todo aquí lo vimos a ese fenómeno, que era como decir “el miembro honorable de la familia”. La radio no podía faltar. Tanto es así que en el historial de la radiotelefonía, una frase que recuerdo porque yo he trabajado en los informativos, y cuando se largaba una información al aire, la gente repite “la radio lo dijo”. Ese consustanciarse de la gente con el mensaje que daba la radio.

Radioteatro

¿Y el radioteatro?

- Relativo a los radioteatros yo hago hincapié en una amnesia culposa de los medios y de los que a veces hacen crónicas del radioteatro. No me voy a referir al radioteatro local, que para mí tuvo muchos claroscuros. Me voy a referir al radioteatro en el orden nacional; que a su vez estas radios -como LV13- retransmitían. ¿Qué pasó? Esas radios, la de San Juan, la de Villa Mercedes o la de Mendoza, agarraron la “cola” de la calidad del radioteatro. Lo más grande del radioteatro, se ha hecho acá en la República Argentina. ¡A nivel mundial estoy hablando! Se hizo sobre todo a partir de 1932 hasta 1944 con una compañía, que no sé por qué hay una conjura del silencio y nadie la recuerda, y es lo más grande de lo más grande. Hasta el extremo que les cuento una anécdota que hacen a la historia: las obras se polarizaban entre la gente buena y la gente mala, el traidor, el alevoso; y la gente buena, que era la actriz que sufría y el galán que la acompañaba en el amor y en el sufrimiento. El que hacía de “malo”, un día lo esperaban en la calle, en los viejos estudios de la calle Ayacucho en Buenos Aires, cinco mil personas para hacerlo “pomada” como se dice. Cada intérprete hacía una recreación de su personaje. Cada intérprete era un personaje en sí. Estoy hablando del famoso radioteatro de Arsenio Mármol, que lo presentaba en Radio Belgrano a las diez de la noche con este título: “Arsenio Mármol…presenta”. Había logrado entidad propia dentro de la radio, o sea no era el “Jabón Palmolive” ni el “Jabón Federal”, ni la radio que lo presentaba,  sino que él, (enfatiza) él se presentaba artísticamente. Lo escuchaban por medio de repetidoras y de equipo auxiliares prácticamente en todos los países de Latinoamérica, y Arsenio Mármol se daba el lujo de hacer dos meses el radioteatro con todas las truculencias habidas y por haber y que se daban en los radioteatros, y después salía de gira por todos los países de Latinoamérica porque lo estaban esperando con los brazos abiertos. (Enfatiza) ¡Cómo no vamos recordar eso! ¡Cómo van a hacer un olvido total! Ahora ha salido por ejemplo un disco compacto que se llama “Días de Radio” que está muy bien logrado, pero se olvidan olímpicamente de lo que fue este señor. 

Libertad de expresión

¿Cómo era el tratamiento de la noticia en la década del 50?

- Bueno ahí tenemos que hablar  de San Luis y en el orden nacional. Acá cabe la famosísima frase que se fue haciendo grande como un mundo, como un dogma, como un apotegma; la frase de Monseñor Vicente Zazpe: “La famosa Argentina Secreta”; fue la censura y es otra de las cosas que a mí me duele decirlo, pero es así, que fue la censura en el máximo nivel. Hay que decirlo con todas las letras. A partir de 1945, ¡la censura trabajó a pleno! No nos olvidemos de que Osvaldo Pugliese  -gloria del tango- ¡cuántas veces tuvo que ir preso! nada más que por su ideología comunista, porque no le gustaba el “régimen” de 1945 a 1955. Para poner las cosas en su lugar voy a decir algo que a mí me tocó vivamente cuando Perón ya vuelve viejo, como él dice “descarnado” en el 72. A los pocos días se presenta todo el elenco de SADAIC, la Sociedad Argentina de Autores y Compositores, más todos los directores que estaban en actividad, y entre ellos estaba “el viejo” Pugliese. Perón tuvo un rasgo hermosísimo: “Perdón, perdón señores...”; fue sacándose a toda la gente que venía a darle la mano, se adelantó hasta “el viejo” Pugliese y le dice: “¿Me permite maestro?” y le dio un abrazo y le dijo estas pocas palabras: “Gracias por perdonar”. Para mí eso lo definió muy bien a Perón en ese momento, o por lo menos le dio una especie de disculpas ante la historia, por aquello que había pasado. Pero era también la censura que se vivía. No le achaquemos únicamente a ese sector, sino también a lo que vino después. En la época de la “Revolución Argentina”, 1966 en adelante. ! Ustedes no tienen ni idea de las pilas impresionantes de discos que  entraban en la lista negra!, que entraban a la proscripción directamente, porque algunos discos hablaban de redención social; el otro hablaba de un poco más de justicia con tales y tales desposeídos; bueno eso iba condenado al silencio total y absoluto. Yo estuve de “un tres” de que me despidieran violentamente de la radio porque por el año 68, 69 -estaba todavía Onganía- porque se me dio por pasar un disco de Horacio Guarany, y que no tenía nada que ver con las habituales protestas de Horacio Guarany. He sido un admirador, he sido y sigo siendo, salvando ciertos detalles importantes de Horacio Garany. Y me salvó un poco Julio Márbiz. Nosotros éramos de la Cadena de Radio El Mundo y estaba difundiendo “Argentinísima” de Julio Márbiz en esa época. Así que a mí me prohíben, me ponen una especie de castigo por haber difundido una canción de Horacio Guarany. ¿“Y qué es lo que está haciendo Julio Márbiz en este momento?”, fue lo que me salvó de una posible suspensión o exoneración. Hasta ese punto llegaba la cantidad de vetos.

¿Cómo vivió la Radio en San Luis la etapa de la denominada “Revolución Libertadora”?

- ¡Yo la viví! Prácticamente nos acuartelaron a casi todo el personal de la radio en esos tres o cuatro días que duró el inicio de la revolución: 15, 16 y 17 de septiembre de 1955, o del 14 de la noche de septiembre de 1955, hasta que se definió el triunfo del general Lonardi, estuvimos acuartelados en la radio permanentemente.

¿Y de ahí en más cómo fue el tratamiento informativo?

- En esa época formábamos parte de la Red Azul y Blanca de Radio El Mundo. Ahí entra la otra censura. Si antes había una censura llamémosle de tipo “antiderechista”- por ponerle un rótulo medio grosero a la cosa- después empieza a tallar el veto para la otra parte. No nos olvidemos que durante un año más o menos, en uno de los “ucases” de Aramburu y Rojas se prohibió bajo pena de confinamiento en el acto en la cárcel y hasta -cómo se llama- con el peligro de fusilamiento inmediato quien vivara a Perón o al “régimen” depuesto. ¡Ojo! No nos olvidemos tampoco que viene la revolución al año siguiente -en el 56- del general Valle y es ahí donde nace…ahí fue donde se produce ese famoso decreto, que no tuvo fuerza de ley pero en ese momento amilanó a más de uno. Estaban prohibidos los símbolos del Peronismo; nombrarlo a Perón y  todo lo que significaba el “régimen” de Perón bajo pena…unos dicen bajo pena de muerte; yo creo que no llegaba a tanto, pero sí que tenían castigos muy severos de prisión.

¿Se vivieron algunas situaciones comprometidas, aquí en la Radio de San Luis?

- No. No. Fue más que todo el nerviosismo, porque no hay que olvidarse que en ese tiempo los gobiernos de turno tenían una aprehensión muy grande con la radio. Acá, ¿cuántas revoluciones o cuántos golpes de Estado palaciegos hemos tenido? ¿Qué es lo que hacían cada uno de los golpes? Bueno, desde el 43 sobre todo en adelante, lo primero era tomar las radios, y más que las radios se tomaban las torres transmisoras y después posteriormente los estudios. Y bueno, venía el cambio de política y se liberaba. Tampoco hay que olvidarse…a mí me tocó estar en un tiempo- no viviendo- pero sí me relataron quienes habían sido protagonistas en ese momento, cuando la guerrilla toma mucho cuerpo en Córdoba por ejemplo; bueno había que andar agachándose entre los pasillos que tenía LV 3, porque había francotiradores por ejemplo, cuando “El Cordobazo”. ¡Había francotiradores en las azoteas, era un peligro tremendo! Había una guardia reforzada en las radios en ese tiempo también. Claro. Quiero decir con esto, que por supuesto en un Rosario, ni hablemos de un Buenos Aires y en Córdoba sobre todo - ¡mucho más que acá!- se han vivido situaciones hasta límites, en cuanto a las tomas de las radios, a ese juego digamos de quién llevara “la voz cantante” en ese momento, de las facciones de poder; y bueno, las radios eran un bocado que siempre tenían en la mira.

  Santiago Bonfiglioli (izq.) junto con el operador Norberto Baudry en el estudio de LV13 Radio San Luis (1956). 

La radio en los sesenta

¿Cuál fue la forma de hacer radio en los sesenta?

- En los sesenta, yo diría que no ha cambiado mucho. ¿A qué te referís concretamente en cuanto a la forma?

Con todo lo que tiene que ver con la puesta en el aire. ¿Se sigue con una estructura similar a los cincuenta o hay algunos cambios?

- Sí. Yo diría que el cambio ha sido progresivo. En el sentido de que se han ido liberando esas ataduras. Se ha ido saliendo de esa especie de acartonamiento que tenían sobre todo el locutor y locutora nacional. No solamente aquí…una vez una revista humorística -yo no sé si sigue apareciendo- pero en sus tiempos escribían muy buenas plumas: la revista Patoruzú. En una parte de esa revista escribía gente que también participaba en programas de radio, ya sea con comentarios o programas de tipo deportivos. Patoruzú sabía tener una sección que era una especie de pantalla crítica de los programas de radio, desde los más meritorios o los que menos mérito tenían, y por ahí decía: “Esos insufribles locutores de radio que no se equivocan nunca”. ¿A qué se refería? Bueno, es que había tanto colador; había que “acartonarse” de tal forma; había  en cierto modo que perder de tal forma la personalidad, que bueno se llegó a ese extremo de la perfección que resulta al último falsa ¿no es cierto? Bueno, ya en los años sesenta, empezó a liberarse un poquito la cosa. Ya entramos un poquito más, no en el libreto -en esa lectura servil del libreto-  posiblemente ese detalle me lo estaba olvidando, pero casi no había audición en aquellos años -en los cincuenta que fue más o menos cuando yo entré- que no viniera con un libreto ya preparado sobre todo para presentar un número vivo, o para presentar cierto tipo de programas. Después entró a tallar un poco el” repentismo”, la espontaneidad y las ganas de hacer radio de cada locutor y locutora de presentar su programa.

¿Cómo se vivió la década del setenta en la radiofonía de San Luis?

- Bueno. Yo diría que en esto como en otros aspectos que a San Luis le ha tocado vivir -medio- los grandes momentos, como diría…sobre todo los trágicos momentos de la irrupción de la guerrilla y la represión feroz  -medio- que fueron tangentes; no nos tocaron de lleno. Digamos que ante todo la radio en sí - por lo menos los datos que yo tengo, los datos que yo poseo- la gente que en su momento fue compañero de uno, a ninguno le tocó vivir una situación directa, personal, digamos de represión o de coartamiento de la libertad, o de amenazas. Yo diría que en ese sentido posiblemente la radio por su misma cautela.

Pero en esos años duros de nuestra historia, ¿se hacía aquí periodismo comprometido desde la radio?

- No. Desde luego que no.  Por eso le digo, uno de los méritos de esta democracia que a su vez el que ha asumido el que ahora puede erigirse en crítico, puede erigirse también en un verdadero “Catón” y censor de las cosas que estamos viendo es en este último tiempo. No nos olvidemos, el 83 ¡sí! nos trajo la apertura democrática, pero en el aspecto digamos de expresar sobre todo el orden provincial, verter juicios críticos sobre determinadas injusticias que uno ha visto. ¡Oiga! No nos llamemos a engaño que aquí casi no ha habido ningún vocero. Yo recién estoy viendo que se están desatando muchas lenguas y estamos escuchando mensajes que son discordantes por supuesto con el verso oficial. Hay que decir lo que es. Es como yo lo veo.

Aparece la T.V.

¿Qué pasó con la aparición de la televisión, y en particular en San Luis en las décadas del sesenta y setenta? ¿Qué fenómeno se vivió en relación con la radio?

- Publicitariamente hubo un retroceso grande para la radio sobre todo. No sé si en ese tiempo había un organismo que se llamaba el CONARD; vamos a hacer el paso siguiente y decir que el COMFER, porque los ejecutores del tema este, fue la gente del COMFER, que comete una de las grandes injusticias históricas que lo tocó soportar a San Luis. Por ejemplo la única radio comercial era LV 13 ¿no es cierto? Así, de un “plumazo” la suprime porque estaba en sus comienzos, pero realmente en pañales, lo que se llamaba la licitación de una onda de la cual fue beneficiario el señor Cometto para la apertura de la radio Dimensión. ¿Cuándo empieza a propalar Radio Dimensión? En 1985. Vale decir que desde septiembre de 1981 al 85, nosotros nos quedamos sin radio comercial. Eso significa que el canal local -aparte que no teníamos multiplicidad de canales ¿no es cierto?- capta toda la publicidad que en ese tiempo se volcaba en LV 13. El diario no tenía ni la potencia, ni la envergadura, ni los medios de que dispone hoy. Así que toda la publicidad se volcó en el canal oficial en ese tiempo, en el Canal 13.

La pregunta apuntaba a la situación que se generó en la década del sesenta cuando surge la televisión, que en el caso de San Luis primero fue por cable. ¿Cuál fue el grado de impacto que tuvo en relación con la radio?

- Yo creo que vino muy embrionario esa instalación del canal por cable en San Luis. Porque los que tenían acceso fue una ínfima minoría y estuvo poco tiempo. No sé lo que pasó en realidad. Comercialmente no le significó ningún problema; el problema vino cuando de un “plumazo” la hicieron desaparecer como entidad comercial a la radio en 1981. Ese fue el gran problema. Pero mientras tanto siguió subsistiendo perfectamente bien. La gente vivía prendida a la radio, hay que decir lo que es: ¡Vivía prendida! A pesar de las críticas, porque uno está en la mira, está en el ojo del huracán. 

Reunión Personal LV 13 Radio San Luis. (izq-derecha): Julio César Salinas, Eduardo Di Sisto, Santiago Bonfiglioli, Raúl Norberto Baudry,  Julio Luis Gatto, Carlos Miranda, Emilio Di Gennaro (Hacia 1965) 

La música en la radio

Desde que Ud. ingresa a la radio en la década del 50, cómo fue dándose la incorporación de los géneros musicales en la radio y cuál fue la respuesta de la audiencia.

- Yo empiezo en el 54. Por el 56/57 empieza la irrupción de lo que se llamó la “nueva ola argentina”-un fenómeno que se produjo prácticamente en todo el mundo. Todo el mundo vistió a lo que venía de Estados Unidos, le dio el sabor o el carácter propio. Bueno y aquí hubo unos especímenes lamentables para que lo vamos a negar. En una oportunidad lo que se llamó el famoso “Club del Clan”, que era lo que surtía a su vez a las radios con todo lo que iba saliendo. A mí se me enflaquece un poco la memoria, pero entre los números fuertes estaba Palito Ortega, los T.N.T., Violeta Rivas, Néstor Fabián. En ese tiempo en el Club del Clan  en Radio El Mundo, toda esa gente se presentaba como los grandes valores de la música moderna, del ritmo moderno de entonces. No nos olvidemos que estaban triunfando ampliamente con mérito propio Los Cinco Latinos. Hablando sobre todo del Club del Clan donde había tanto…tanto personaje artificialmente creado ¿por quién? por las compañías grabadoras, ¡para vender discos…para ganar plata! No hablemos de otra cosa. A los dos o tres meses pasaban al ostracismo, al silencio total estos pobres muchachos y estas pobres chicas. Era lo que se llamó El Club del Clan: una irrupción violenta de lo que en ese momento se llamaba música moderna. Recuerdo que entre los grandes participantes del Club del Clan estaba Julio Sosa. Pero Julio Sosa traía todo ese enorme caudal de tangos, con un lenguaje, con un estilo, con un perfil tan propio. Yo lo sentí una vez hablar personalmente en los estudios de radio Belgrano y dice “No es por nada, pero gracias a Dios, entre tantos pigmeos soy un gigante”, unas palabras de Julio Sosa que nunca me voy a olvidar. Quiero decir que era medio disonante un tipo que te sale cantando “Mano a mano” con toda la reciedumbre después de haber oído dos o tres baladas de lo más insulsa. Porque en ese sentido la mezcla tiene que darse con cierta coherencia, me parece a mí. No podemos pasar -por exagerar un poco- no podemos pasar de la Sinfonía N° 40 de Mozart a este morocho que tanto ha dado que hablar en Estados Unidos ¿cómo se llama? Michael Jackson. Son cosas que no pueden ir. No con esto quiero decir que, tal vez no sea válido lo que hace Michael Jackson. Esa especie de falta de respeto diríamos, falta de coherencia se daban en los grandes programas que venían transmitidos en forma directa, o envasados desde Buenos Aires, y a los cuales nosotros difundíamos. Estoy hablando de fines de la década del cincuenta. A mí se me presenta un día un señor, que creo que era hermano o pariente muy cercano de un gran creador de música italiana moderna también, se llamaba Tulio Gallo, y era representante artístico de varios sellos en Buenos Aires. Y me comisionó como debe haber comisionado en otros lados a otros locutores, para que le difundiera lo que se llamaba el trabajo de las novedades de todos los meses, y bueno era un trabajo hasta pago. Yo tenía que difundir, por supuesto que me tomaba el atrevimiento de no difundir todo el material que me mandaba y le hacía una previa selección. Había cosas que evidentemente me chocaban en el corazón, en el alma, en los oídos y en todos lados; y había cosas muy buenas también. Ese trabajo de disc-jockey digamos que se hacía en radio en ese tiempo, de lo que después se largó a la fama con los grandes concursos cancioneros de San Remo, el Festival de San Remo que hasta la fecha se sigue realizando. Bueno, eso también se difundía con todos los honores en la radio.

¿Qué estilos musicales irradiaba LV 13 durante las décadas del cincuenta al setenta?

- Era muy miscelánea la cosa. Muy mezclado. Acá no había ¿cómo te diré? Había sí programas bien determinados de folklore. Bien determinados algunos programas de tango, y después el famoso programa de música variada que podría durar dos o tres horas; y ahí era como “cajón de sastre”. Ahí mezclabas de todo.

¿No hubo una preponderancia de un género musical sobre otro?

- Bueno, yo diría que el folklore. Y en gran parte las manifestaciones del folklore cuyano. Tuvieron mucha aceptación y mucha difusión en la vieja radio LV13. Y en los años que a mí me tocó estar desde el 54, hasta bien entrados los sesenta y hasta casi llegando los setenta. Ya se habían afianzado el dúo Rivarola-Torres; de Villa Mercedes los Hermanos Herrera, por nombrar algunos de los conjuntos. Estaban también Los Maruchos del Chorrillo que hacían folklore cuyano y tenían muchísimo público; y venía además gente muy cotizada. Yo en varias oportunidades presenté a Los Chalchaleros  -los viejos Chalchaleros no es cierto- que venía de gira por aquí, Los Fronterizos; me tocó actuar con los Quilla Huasi, en la época buena del folklore argentino. Tuvimos audiciones memorables. Lástima que de eso no haya quedado ninguna grabación.

¿Cómo eran las presentaciones en vivo en la radio?

- En ese tiempo había uno o dos “copetes” comerciales de la gente que auspiciaba los espacios. Lo demás era prácticamente surgido del momento del fervor y de la emoción que se vivía. Yo me acuerdo de diálogos muy lindos que llegué a tener, por ejemplo presentando a Horacio Guarany. En otro momento me acuerdo que presenté un conjunto de violines me acuerdo, dedicado al folklore y guitarras que llegó a actuar en el Teatro General San Martín; era de mucha valía ese conjunto. Los mismos integrantes participaban en la presentación de los números, en el diálogo con uno. La gente llenaba la radio. Eran audiciones en vivo y se nos llenaba la radio. A veces teníamos que sacar los micrófonos a la calle, o si no un gran patio de verano que tenía la radio y se llenaba de gente para ver a estos artistas. 

“El Musical”

¿Cómo surge el programa “El Musical” y a que se debió su permanencia?

- Nació como una especie de reacción, de protesta, de bronca. Porque pasa lo siguiente: como bien lo dijo una vez Héctor Larrea, del cual me separan años luz también en cuanto a calidad y en cuanto a equipo que ha seguido colaborando con él en Rivadavia y después en Radio El Mundo, pero contemporáneamente vimos la luz en el mismo tiempo; y debe haber habido una especie de llama que se prendió simultáneamente en ambos, porque yo no puedo recordar otro gran conductor de programas que justamente diera a luz un programa de decidido éxito a nivel nacional impresionante, y diríamos que hasta internacional. Y en el caso nuestro, también yo recuerdo que las cartas más emotivas que he recibido en mi vida, las he recibido cuando empezamos con “El Musical”, casi por allá por septiembre u octubre del 69. ¡La gente cómo escribía! ¡Cómo se volcaba! No había esta comunicación telefónica para sacarla en vivo con sus conceptos, ¡una lástima! o no se nos ocurría. ¿Sabés por qué dije lo de bronca, lo de reacción?, porque en ese momento se vivía un bajón impresionante del tango, no sé por qué. Es decir, no sé y lo sé. ¿Por qué?, porque comercialmente para los grandes “popes” de la radiotelefonía nacional de ese momento -hablo de los grandes directores, o de los grandes grupos comerciales- concretado por ejemplo en una radio como Radio Mitre, en una Radio Excelsior que escuchaba todo el mundo; en la misma Radio Belgrano que había ya perdido su carácter de gran emisora popular de la República Argentina. Bueno y otra cantidad de emisoras. No hablemos de lo que era LRA Radio Nacional, que en ese tiempo era Radio del Estado, se llamaba así. Había llegado un momento en que el tango era palabra prohibida. ¡No se difundía tango!, o si se difundía era en un trasnoche a la una o a las dos de la mañana. Entonces, yo sin saber lo que pasaba dije “¡Voy a empezar a hacer esto!” y la verdad que el asentimiento de la gente, la emoción de la gente uno lo podía palpar; nos empezó a acompañar desde ese comienzo. ¡No nos abandonó nunca! Y ahora le cuento esto como anécdota ¡pero muy valiosa! Este trabajo, del material que uno maneja en “El Musical”, a veces la gente cree que es una cosa muy sencilla, es sumamente difícil. ¿Por qué? Porque lógicamente yo no me puedo remitir a lo que recién se ha envasado, a lo que recién ha salido. No. Mi trabajo como yo lo concebí desde un principio, fue buscar aquella placa que desde hace cuarenta años no se escucha más. Aquel disco que se perdió en el olvido, que entre diez mil, lo tiene un coleccionista. Eso me significó realizar viajes expresos a Buenos Aires donde yo me surtía en algunas discotecas muy especiales, por ejemplo de un músico, que había sido músico de Adolfo Carabelli y había puesto su negocio, fue músico de Carabelli allá por los años treinta. El hombre surtía a gente de Radio Rivadavia, a Larrea y a otros. Y ahí me surtía yo, por supuesto con mis magros recursos. Yo hubiera querido traerme un material impresionante ¡pero, qué se yo!, son discos que resultaban caros en ese tiempo. Un día estando en las grandes, en las grandes casas de colección que había en la calle Bartolomé Mitre al 1700 -ya desaparecida- se llamaba “Record Home", el subtítulo era “El Palacio del Disco Olvidado", me encontré con los directivos de Radio Tokio en esa casa, y se llevaban la friolera - me lo dijo el dueño- de setenta mil dólares en discos de pasta, en discos de 78 rpm. Eran dos pilas, una de un metro y pico, y otra de menos cantidad, por supuesto que le habrían cobrado a precio en oro. Y me lo dijo el director artístico de Radio Tokio, ya que hablaba castellano bastante bien y estaba con el director, y dice: “Es una de las radios más poderosas del mundo, la onda corta”- dice. “Y esto que llevamos es oro para nosotros. Todas estas grabaciones viejas de Canaro, Lomuto, Gardel, Hugo del Carril, etc., etc., etc. Y nosotros con el permiso de Radio Rivadavia - esto ocurría en el año 1974- con el permiso de Radio Rivadavia, la estamos difundiendo tres veces a la semana en el programa Rapidísimo de Héctor Larrea que era puro tango, o sea que debe ser la audición más escuchada en el mundo” - textuales palabras del director artístico de Radio Tokio. Por eso siempre me gusta aludir a esa famosa frase de monseñor Vicente Zaspe. Para mí lo bueno de la música popular nuestra, lo bueno ¿no?, no tiene parangón. Hay cosas muy buenas. ¡Hay cosas preciosas en el mundo de la música! Y en eso no me gusta ser ni obstruccionista, ni maniqueo ni nada por el estilo, para mí lo bueno no tiene nacionalidad. Lo bueno no tiene nacionalidad. Pero no es posible que a veces por destacar algo, que puede tener su bondad, su calidad, dejemos de lado en forma absoluta lo nuestro. Ese es mi concepto. Y ese es el concepto que ha animado siempre este programa: “El Musical”.

“El cuartito”, el lugar del archivo musical de Santiago Bonfiglioli.  Fiel a su impronta espiritual, se observan imágenes religiosas, que acompañan parte del material constituido por casetes (cintas magnetofónicas) y discos compactos (digitales). 

Desde el 69 hasta este 1996 (año de la entrevista), por un lado qué cambios ha notado en "El Musical", y qué anécdotas tiene de su comunicación con la gente.

- Yo por ejemplo lo comencé con una especie de pecado, que yo creo que no llega al rango de pecado mortal, fue un pecado venial en cierto modo de decir, bueno de decir esa apertura al tango, pero le vamos a poner un poquito de lo más relevante de lo que está surgiendo en el panorama de la música popular de otros ritmos, y tenía a su vez una buena parte para el folklore a partir del 69. Con el paso de los años, las experiencias que yo tuve y las respuestas de la gente, me convenció de que no tenía que mezclar el agua con el aceite. Bueno a su vez yo hubiera querido, y siempre pongo alguna cosita, algún bosquejo de folklore aunque sea en forma de vals, porque le digo honestamente que es algo que me tira mucho. Pero, comercialmente a veces no puedo. Entonces me he tenido que circunscribir a todo el enorme repertorio de tangos que manejamos. Bueno llámese tango, milonga, vals, y uno que otro foxtrot criollo, porque no nos olvidemos que hasta Gardel cantó foxtrots criollos. Habría muchas anécdotas. Algún día…esta no lo voy a contar ahora, la voy a contar algún día por radio porque hay algo que toca lo trascendente de lo que le toca vivir, lo que nos pasa en la vida de los hombres. Así a grandes rasgos te lo digo Daniel: Una noche me llamó un señor que era chileno, y me pedía – él se sentía muy mal y que sabía que le quedaban pocas horas de vida - Estaba sólo en la vida, y en paz con Dios y con los hombres- decía él. Quería escuchar por última vez en su vida –me dice- todavía me acuerdo el tango, por eso cada vez que lo oigo, o que lo quiero poner…hay algo que me frena para ponerlo. Se llamaba…quería escuchar “Farolitos de papel”, cantado por Gardel. Felizmente lo tenía a mano. Y bueno y quedé, quedé impresionado por el llamado telefónico de este señor. Al otro día, voy, averiguo, y esa misma noche había muerto…en el sanatorio…bueno. Hace relativamente poco me hablan unos amigos y me dicen: “Mire en tal lado, hay una señora de ochenta y cinco años, que está sumamente lúcida, está muy bien. Se ve que ha sido muy linda esta señora. Es la viuda de fulano de tal”. Voy y la entrevisto. Yo creo que hasta la saqué por radio a esa entrevista. ¿Cuándo sería mi sorpresa? Estoy hablando del año pasado (1995) o sea que no estoy hablando de tiempos muy remotos. ¿Cuál sería mi sorpresa? Era la viuda…que hasta me relató con lujos de detalles y me cantó hasta una de las estrofas…la viuda del señor autor del famoso tango “Misa de once”, que obtuvo el segundo premio de los concursos que se hicieron en Radio Splendid creo que en aquellos años -en 1929- y por supuesto se lo estrenó Gardel a ese tango, que llegó a ser amigo de la familia. Bueno una cosa que a mí me conmovió, a su vez -Guichandut se llamaba este señor, el autor de “Misa de once” - y autor del tango “Marioneta” que también la estrenó Gardel en 1927. Esta señora hablando como estamos hablando ahora, después de sesenta años; es conmovedor escuchar un testimonio vívido de alguien que ha compartido momentos tan grandes y tan gratos de tango en aquellos años. Después he tenido notas que lamentablemente se han vuelto amarillentas con el tiempo de oyentes, por ejemplo. Lamentablemente de gente que también me ha dado su saludo casi a punto de expirar y decir: “Mire lo escuché, ya no doy más pero he estado escuchando hasta el último momento”. Esta secuencia del programa que me ha llegado tan al alma como este amigo chileno que me habló esa noche.

“El cuartito” Archivo musical y centro de inspiración y producción del programa “El Musical” de Santiago Bonfiglioli. En la foto de julio de 2021 todavía permanece su bastón que lo acompaño casi hasta sus últimos días. 

El cierre de LV 13

En 1981 cierran  definitivamente LV 13 Radio Granaderos Puntanos y se abre una nueva historia en la radio de San Luis. ¿Cómo vivió ese proceso?

- Bueno yo en realidad casi es poco lo que tendría que decir. Se nos produce esa, esa diáspora, esa dispersión de la gente que hacía radio con la desaparición justamente de LV 13, que fue en el 81, septiembre del 81. Todavía me acuerdo de la fecha, 15 de septiembre de 1981. Sucede por uno de los tantos colonialismos que vivimos en este país. Una de las tantas letras muertas del famoso federalismo. Yo tuve…no sé si la audacia, pero sí la indignación que me brotó en la cara para decírselo a los señores que vinieron a suprimirnos la radio. Pero eso se los dije en Buenos Aires. Porque la gente que vino a suprimir LV 13 acá, eran simples intermediarios, simples ejecutores; los autores de la medida, estaban allá en Buenos Aires, que tomaron la medida sobre el papel, no sobre la realidad o la circunstancia histórica que tenía en ese momento San Luis y su área de influencia. “¿Saben lo que han hecho, les digo a Ustedes?”. “Y hemos hecho una cosa muy justa”- dicen. “Porque para empezar a dar las frecuencias, nosotros hemos dejado por ejemplo, la frecuencia de una emisora comercial en Mercedes, y para qué van a tener dos”. “Escúcheme ¿sabe a qué distancia está Mercedes de San Luis? Cien kilómetros”-les informo. “No puede ser”- responde. “Pero ¿cómo puede ser que hayamos hecho una cosa tan estúpida?”. “Bueno- le digo-sí han incurrido por…porque ustedes han legislado sobre el papel, no sobre la realidad”. Bueno la cosa que esa medida le significó prácticamente cinco años de silencio acá, como radio, como todo lo que significaba LV 13 en su momento. Es lo que te puedo decir. Después viene la dispersión, empiezan las FM., Y las FM trajeron como positivo, yo diría que un aire de renovación en el mensaje. Ahora como parte negativa, mucha improvisación. Así como les critico, esa especie de súper-control y acartonamiento que había en los comienzos de la radio, que todos tenía que ser como si fueran robots con palabras, los locutores o los que hacían radio; bueno después viene el “cada uno hace lo que quiere”. Esa especie de libertad que se trocó en libertinaje por llamarlo de alguna forma. Y sobre todo -en esto yo quiero hacer hincapié- sobre todo lo que yo le critico a ciertos medios que han puesto tanto hincapié en el aspecto comercial, con una carencia de contenidos total. Yo diría que un diario no se puede limitar a ser un boletín oficial, ni una radio se puede limitar a ser un simple catálogo de pasa-tanda, de pasa avisos. No puede ser. Tiene que tener algo de contenido. Bueno hay algunos medios que lamentablemente incurren en esto. Siempre dentro de las FM.

Fachada de LV 13 Radio Granaderos Puntanos (antes Radio San Luis), ubicada en calle Rivadavia entre Belgrano y Ayacucho, en donde ahora se levanta un local bancario. (Foto: hacia la década del 70)

Examen de conciencia

¿Qué les diría a la nueva generación de locutores/as que se incorporan a la radio?

- Bueno yo, un consejo, más que un consejo sería una especie de examen de conciencia. Yo le pediría a la gente, a la gente que no se limite solamente a hacer micrófono, sobre todo a aquel que está al frente del micrófono, y hace un programa, ante todo  -lo que decíamos recién- que tenga cierto contenido. No, por supuesto para erigirse en palabra santa, en aquello del “magister dixit”, lo dijo el maestro y se acabó, en hacer una especie de magisterio infalible. No. No. Es otra cosa a lo que uno apunta. Pero sobre todo en el trabajo radiofónico específico, o sea aquello de pasar música. Fíjate bien Daniel lo que te voy a decir, le diría una especie de toma de conciencia. Fijarse si tiene buen oído…si hay buen oído. Voy a hacer una pequeña derivación, un pequeño “aparte” de un diálogo que tuve con uno de los directivos de la R.C.A. Víctor también en Buenos Aires, hace muchos, muchos años, siempre ligado con el trabajo siempre en la búsqueda de ciertas “perlas”, en el panorama nuestro nacional de la música. Concretamente le digo: “Mire. Uno de los pocos elementos que yo le tengo que agradecer a Dios, es que tengo un oído que no tolero la estridencia, no tolero la cacofonía. Me suena como un insulto a lo más sagrado que uno tiene, le digo. Usted sabe señor Sáenz, en la época de oro de nuestro tango, de nuestro cancionero, cuando el tango brillaba en los escenarios porque se presentaban los famosos números de teatro -cortos- y ahí surgía una canción nueva; una de las canciones que más éxito tuvo se llamaba “Casas viejas.” 

Santiago Bongiflioli recibe la Distinción a la Trayectoria en Radiodifusión de Cuyo, otorgado por la Universidad Nacional de San Luis en 2016 (Auditorio Mauricio López)

Música  en el cielo

Santiago Bonfigliolli fue el creador de El Musical, su sello y marca registrada. Posiblemente la propuesta haya nacido para ofrecer alternativas a la llamada “Nueva Ola” que apareció hacia fines de los 50 y que se posicionó en los 60 y 70. 

Su hija Mariana lo define como “un eterno buscador de melodías”-y agrega: “si con la melodía venía una bonita poesía, ni hablar, sin duda iba a tratar de difundirlo”. La investigación y exploración de la música, era uno de los rasgos distintivos de este gran coleccionista de tesoros musicales -que logró durante casi toda su vida- erigir una sonoteca personal invaluable, conformada por discos de pasta, de vinilo, casetes y posteriormente discos compactos. Hasta en los momentos hogareños estaba pendiente de las nuevas melodías que captara su agudo oído: “Por eso, cuando veía películas, tenía a mano su grabador, y si algún tema musical de la película lo conmovía, lo grababa. Eran tiempos en que no usaba Google, para averiguar quién había compuesto tal canción, ni con qué orquesta, así es que después se iniciaba la tarea de investigar esos datos, para luego difundirlos en su programa. Tan empecinado estaba en que la buena música, no tenía edad y debía ser aprehendida”-recuerda su hija Mariana Bongiflioli.

Cultivó el arte del buen decir, sin pretensiones de superioridad -al contrario- con el fin de utilizar de la mejor manera el español en el contexto de la vida cotidiana. Su programa fue el escenario acústico en donde escribía de puño y letra sus guiones que expresaba con maestría. Su centro de producción y de inspiración fue su “cuartito”: “Recuerdo su enorme capacidad de trabajo. Incansable, como todo apasionado que vive de lo que labura. Sus horas escribiendo libretos. La selección de la música para sus distintas secciones del programa; todo ese proceso creativo engendrado en su ‘cuartito’: una pequeña piecita que construyó en el patio de la casa, debajo de las bignonias y los jazmines de mi madre. Desde ahí se escuchaban los tangos, las milongas”- describe Mariana Bonfiglioli. En tanto su hermana Viviana refiere que el programa El Musical, le insumía a don Santiago  muchas horas de investigación, y de viajes principalmente a Buenos Aires, para luego en San Luis “… seleccionar los mejores temas musicales para las distintas secciones: “Las perlas”, “La voz invicta” de Carlos Gardel,  las milongas, “Los inolvidables".

El programa de casi medio siglo de vida pasó luego de la disolución de LV 13 Radio Granaderos Puntanos en 1981 por varias emisoras de la ciudad de San Luis (Dimensión, Nacional, Sol, Universidad, entre otras). Su pasión por la radio y en especial por su programa “El Musical”, fue el incentivo -junto a su familia- para utilizar sus últimas energías. Fue tanta esa vocación comunicacional, que cuando se vio imposibilitado de caminar, se amigó con la tecnología informática, y gracias al aporte del reconocido radialista puntano Noé Castro, pudo trasmitir on-line su programa desde “El cuartito” de su casa en calle Ituzaingo, para poder ser emitido vía internet a través de Radio Time, emisora de Castro.   

Santiago Bonfiglioli en “El cuartito” de su casa. Entre su añeja colección musical, casetera, reproductor de discos compactos, le sumó una computadora, consola y micrófono. Gracias al aporte de Noé Castro (izq,) pudo instalar su radio on line para transmitir para FM TIME de San Luis su tradicional programa “El Musical”. (Foto 2018 gentileza Noé Castro).

Santiago Bonfiglioli fue un verdadero investigador y coleccionista musical, en búsqueda de sus “perlitas” o piezas discográficas poco conocidas o nunca difundidas. Amó a la radio profundamente, movilizado siempre por mantener en el aire a su programa El Musical. Seguro que debe seguir circulando en el éter esa frase que acuñó y que promovía la escucha placentera y sin restricciones: “¡No le mezquine volumen!”.


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